De
acuerdo con el escritor Umberto Eco, el texto literario siempre está dirigido a
un destinatario, el cual es una persona que construye el autor para dirigirle
su escrito, a este destinatario lo llama lector
modelo, y éste debe ser capaz de
cooperar en la actualización textual de la manera prevista por él [el autor] y
de moverse interpretativamente, igual que se ha movido generativamente (p. 80)
para alcanzar al lector modelo no sólo
significa “esperar” que exista, sino que también mover el texto para construirlo
(p. 81) Por eso el autor debe elegir las palabras con las que se expresa
para lograr una comunicación fluida, sin embargo en este esfuerzo el texto está
plagado de ambigüedades y/o espacios desconocidos para el lector, y por eso,
también el autor debe prever las posibles fallas de su lector modelo y llenar
esos espacios en blanco, de esta forma el texto alimenta al lector; aunque en
ocasiones éstos son puestos y dejados a propósito para permitir al lector
realizar su “cooperación” para llegar a la interpretación, aunque el texto desea ser interpretado con un margen
suficiente de univocidad (p. 76). El
autor elige la lengua (en que escribirá), el tipo de enciclopedia (palabras) y elegirá
determinado patrimonio de léxico y estilístico.
La
mención introductoria del lector modelo sirve para explicar lo que Eco llama textos abiertos y textos cerrados. Esta clasificación tiene que ver con la capacidad
del lector para interpretar lo escrito, en otras palabras la competencia con la que el lector cuenta
para enfrentarse al texto, además de la postura y otras cosas exteriores que no
son mencionadas por Eco.
Para
los textos abiertos, Eco sentencia que el
autor debe sacar partida de la pragmática... Decide hasta qué punto debe vigilarla cooperación del lector, así de
como dónde debe suscitarla, dónde hay que dirigirla y dónde que dejar que se
convierta en una aventura interpretativa libre (p. ) pues bien, tenemos que
si el texto es una unificación de palabras que apuntan hacia algo (que de un
principio no sabemos qué, y que, conforme avanza la lectura se descubre)
entonces el autor debe “jugar” con su lenguaje para crear una ambientación casi
perfecta para que su escrito tenga la interpretación pertinente y que su
intención sea cumplida, puede ser que el autor quiera dar pie a opiniones y/o
visiones múltiples del texto, por eso recurre a su ingenio estilístico al mismo
tiempo que construye el lector modelo.
Un
texto que permite múltiples interpretaciones, es uno muy antiguo y base de
muchas religiones, la Biblia (Santa
Biblia si prefieren)- aunque seguramente un estudioso de ésta podrá dar más
a profundidad de sus orígenes me limito sólo a mencionarla como ejemplo- tenemos una serie de “libros” que la conforman,
en ella se escriben cientos de relatos que en la antigüedad eran sólo concebidos
como mandatos de Dios y que se debían cumplir, no se aceptaban reproches ni
nada, pero Lutero exclamó que cada persona debería poder leer la biblia y darle
el sentido que cada uno quisiera, después de eso cada religión decidió la
inclinación que quiso, un ejemplo es la santificación de la Virgen María, los
católicos la consideran un santo ya que es la madre de Dios y se basan esto con
lo que les dice la Biblia, sin embargo los cristianos observan que María solo
fue virgen al tener a Jesús, pero perdió toda su santidad cuando tuvo más hijos
(cosa que dejó para que lo especifiquen los estudiosos).
Quizá
la mejor manera de ejemplificar son los finales abiertos, me valdré de una
película llamada Inception (El origen en Hispanoamérica) cuyo final
deja al espectador a un final en suspenso en el que el espectador decide cómo
terminar la secuencia:
Final de El origen
Aquí
observamos la serie de “elementos” con los que guía a público a la duda, por
ejemplo la explicación anterior de la utilidad y necesidad de un tótem, al dar
esa explicación se está dando información para que el espectador forme su
interpretación final.
Los
textos cerrados son aquellos que
tienen limitado su lector modelo y su función comunicativa, sin embargo para
Eco no hay texto más abierto que un
cerrado. También para él estos suelen ser los más violentados, ya que a
veces el lector fuerza el texto para dar la interpretación de un texto. Sigo
con el ejemplo de los relatos de la Biblia, por ejemplo en el libro del Génesis
2:23 Adán exclama:
-
Dijo
entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne […]
En
esta frase, algunas personas interpretaron la palabra ahora como la mención implícita de la primera esposa de Adán, Lilith quien después se convirtió en
todo un símbolo femenino, hubo después un sin número de interpretaciones de ese
personaje no mencionada pero que una vez afirmado exploto la imaginación a la
multiplicidad de voces y sentencias en torno a ésta, Sin embargo los religiosos afirmarán que sólo habla de la creación de la mujer y que no hay más.
Los
textos cerrados tienen una estrategia diferente en la escritura y estilística,
pienso e imagino en los libros de superación personal, cuyo fin es mover al
lector a una reflexión de cómo está llevando su vida, ver el lado bueno de la
situación y no sentirse sólo. Sin embargo si por alguna casualidad este texto
llega a ser leído como la máxima obra cuyo lenguaje intriga en verdad al lector
este puede dar un giro. Pensemos también que los textos cerrados tienen un lector
modelo especializado, podría decirse que por ejemplo, en las crónicas de Bernal, que eran sólo para
relatar lo sucedido en aquella época, pasó a formar parte de la primera literatura
mexicana, de alguna manera ésta dio un salto para pasar a algo más, lo mismo
sucede con las cartas de relación.
Dejo
entonces al lector de este blog con la incógnita de ubicar los ingeniosos anuncios de la librería Gandhi, cuya campaña
de fomento de lectura suelen ser juegos de palabras, en mi punto de vista
pertenecen a un público cerrado, que probablemente sean los no lectores para
incitar la lectura sin embargo han pasado a ser casi un emblema para los
lectores.
Bibliografía: Eco, Umberto; Lector in Fabula, la cooperación interpretativa en el texto literario; Editorial Lumen, tercera edición 1993.
Bibliografía: Eco, Umberto; Lector in Fabula, la cooperación interpretativa en el texto literario; Editorial Lumen, tercera edición 1993.
Revisado.
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